viernes, 1 de abril de 2011

Llevaban andando tantos días que habían perdido la cuenta.

Ni siquiera sabían donde estaban. Hacía tiempo que se habían resignado a desconocer el idioma de la tierra que pisaban. Sólo sabían que cada vez se necesitaban más la una a la otra por la noche. El sol pasaba prácticamente el doble de tiempo que la luna en el cielo. O eso creían. ¡Y menos mal que era así, porque sino el frío congelaría sus huesos y sus magrezas! Y la oscuridad la afrontaban abrazadas. Cuando se encontraban una ciudad rebuscaban comida en la basura, y así iban tirando. Esas noches de ciudad ofrecían sexo; durante el día Gisel cantaba, y Pan tocaba para ella.

Seguían el camino del cielo hasta el norte. No sabían bien qué buscaban, pero disfrutaban de esa vida vagabunda, desaprovechada. Eran putas y pobres, pero sonreían cada día al levantarse. Y aunque a veces durmieran con miedo a despertar muertas de frío, notar un corazón al lado suyo era razón de más para aguantar de vez cuando el aire helado del amanecer.

Pasaron tanto, tanto tiempo andando al norte, que ya ni recordaba de donde habían salido. Ni siquiera concentrándose recordaban por qué estaban allí.

Una noche, Pan se despertó y notó algo en el cielo. "Quizás el destello de una estrella fugaz", pensó. Cerraba y abría los ojos, cuando se dio cuenta de que el destello persisitía. Se despertó, y se encontró de pronto admirando el espectáculo más sobrecogedor que podría haber imaginado. Besó el cuello de Gisel, dibujando una sonrisa en su cara. Cuando abrió los ojos, la sonrisa se abrió, y su cara reflejó la belleza del cielo polar.

La aurora boreal celebró su tercer aniversario en los caminos.

2 comentarios:

  1. Por ver la Aurora boreal, yo sin duda me uniría a ellas (o las llevaría conmigo en globo aerostático)


    Una bolsita llena de sugus de todos los sabores.

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  2. Siempre me sacas una sonrisa con tus historias. Besos de miel.

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