jueves, 7 de abril de 2011

Sus pupilas, sus lunares,

sus pecas de niña bonita. Su sonrisa de ninfa de sueños, su boquita hablando bonito. Su revolotear de mariposa. Su pelo corto anaranjado. Ella, ella, ella.

Ya ni sabía de qué estaban hablando en clase. Intentaba concentrarse en las palabras del profesor, pero de veras que era imposible. No con ella ahí, sin parar de correr removiendo pensamientos. Quizá fue entonces cuando Borja tomó una decisión. Y fue una decisión importante.

La historia de Borja y Paula es una de esas historias sin sentido, tejidas a partir de retales de casualidades. Una historia de esas en las que uno trama planes, urde estratagemas y sueña por las noches para tratar de controlar el rumbo de lo que sucede, y mientras el otro sigue su ritmo inalterable, dejando que las cosas pasen porque sí, que la vida se controle a sí misma, y ¡que pase lo que tenga que pasar!

Borja trataba de controlar lo que pasaba a su alrededor. Quería saber por qué hacía las cosas, cómo tenía que hacerlas y para qué le servirían. Borja era un chico analítico. Tenía detalles bonitos, trocitos de hermosura entrelazadas en el alma. Y eso fue lo que Paula vio en él. Paula era puro instinto. Paula era sentimiento acumulado, de todas clases, sentidos y colores. Y Paula tenía un sexto sentido para los niños bonitos. Se acercaba a ellos sin saber por qué, y les confiaba un trocito de sonrisa con el que, sin saberlo, les ataba a ella y a su pasión magnética.

Ella iba, venía, llegaba, marchaba. Había aprendido a fuerza de caerse que los niños bonitos a veces olvidan que lo son, y al crecer se convencionalizan. Por eso había aprendido a no ilusionarse nunca con ninguno. Ella seguiría, pese a todo, su caminito, y si alguno quería, estaría ahí para dejarse acompañar. Pero nunca más perseguiría a nadie. No. Una vez se lo prometió. Paula es una idealista, ¿saben? Tiene muchas ideas. Algunas las considera geniales. Otras bonitas. Algunas divertidas. Pero tiene un puñadito de ideas fundamentales que nunca olvida, y entre ellas está esta suya de amor propio, de prohibida la infidelidad a sí misma, de no seguir nunca un camino que no es el suyo.

-¿Cuál es el secreto de una sonrisa hermosa?
-Saberla única. Saber que en cualquier momento se puede desvanecer. Y apreciarla como al regalo increíble que el amor te da en honor a la vida. O la vida en honor al amor.
-Y la luna,  ¿sabe sonreír?
-Reserva sus sonrisas para Sédillah, el pequeño selenita.

1 comentario:

  1. Lo que hay entre Borja y Paula es para tenerle envídia. Es única y en cualquier momento podría desvanecerse, como las sonrisas hermosas. Sí señor.

    (es que ese último diálogo me ha gustado mucho, mucho)


    Una bolsita llena de sugus de frambuesa.

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