miércoles, 16 de marzo de 2011

Era la chica más bonita de la ciudad.

Daba igual que estuviera demasiado delgada, y que cuando fuera a la playa se viera que se le transparentaran las caderas. Daba igual que de vez en cuando su mirada se perdiera en el horizonte. Incluso daba igual que rehuyera los besos, y que fuera una niña áspera al tacto. Daba todo igual, porque luego venía con esa sonrisa tan tierna, rezumando inocencia, y se los llevaba a todos de calle.

Los niños de la ciudad sabían que la primavera había llegado porque ella sacaba sus sombreros de paja, y volvía a enseñar sus piernas de corderillo. Y a estrenar vestidos de encaje. Y a salir descalza a la calle. Era una delicia verla los domingos a la mañana en la hierba del parque, jugando sus cariocas, y aquel perro mirándola con ojillos de hermano pequeño, con la lengua colgando.

Una vez vi a un chico reírse de ella con sus amigos, murmurar y llamarla bicho raro. Entonces ella lo miró a los ojos. Y el chico bajó la mirada, y su piel se tiñó de rojo. Era imposible resistirse. Nunca creí en los mitos, pero ahí estaba ella, con sus pies descalzos y sus vestidos de encaje.


Yo me enamoré de esa chica una noche de verano. Estaba sentada en la orilla del río, mirando al agua. Iba con su sombrero de paja y un vestido de tela roja sin mangas. Sus clavículas me sonreían desde el otro lado, y sus pies colgaban a unos centímetros de la superficie. Un perro corría a su alrededor, al son de su risa. De vez en cuando le lamía la oreja, y le pedía que le arrojara un palo.

Me escondí, porque me entró una vergüenza tontiña. Me escondí, y los juncos me ayudaron. Me escondí, y me dormí escuchando su risa. Desperté a la noche, y entonces vi algo increíble. Yo me enamoré de esa chica el día que la vi conversando con la luna. Hablaba con ella como con una vieja amiga, compartiendo su corazón. Y sé que la luna también se abrió, porque de pronto la chica cogió una libreta y comenzó a escribir de manera febril, como hechizada.

Yo me enamoré de esa chica. Al acabar de escribir, se quitó la ropa, y se bañó en el río. Se hizo el amor de una manera que nunca jamás había visto. Su cuerpo blanco a la luz de la luna lloraba de amor. Amor imposible. Amor de luna.

2 comentarios:

  1. Es como un recuerdo, una sutil persuasión que hace creer que eso (te/me/nos) ocurrió. Ojalá fuese posible volver a ese momento...Aunque, es cierto: Ya está aquí escrito (¡Muchas gracias!).

    Por más triste que sea un amor de luna...al menos puede ser eterno.

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