lunes, 4 de junio de 2012

La niña que amaba piedras

Érase una vez una niña con aspecto de hada, un algo mágica, extravagante y poco pragmática. Seguía como rutina una mezcla de los usos sociales y de sus instintos naturales. Así, no se dedicaba a nada concreto, aunque de vez en cuando se ganaba la vida. No, en realidad ella era mucho más que todo eso. Ella vivía del aire.
 
Era una niña que hablaba poco, pero sentía mucho. tenía una naricilla pequeña, y de vez en cuando la movía. Cada vez que captaba el aroma de algo especial, abría las aletas y olfateaba, siguiendo un rastro que la podía guiar a cualquier sitio
 
Era parca en palabras, hablaba poco, pero decía mucho Cada una de sus frases estaba llena de significado. Se procupaba, sin querer queriendo, de condensar tanto la esencia de su mensaje que en una frase diría lo que yo en cinco. Quizás lo que tú dirías en cuatro.
 
Sonreía sencillo, y aunque no escatimbaba en sonrisas, tampoco las daba a cambio de nada. Eso sí, era confomista  y a veces su precio era solo un pensamiento hermoso a un árbol o un paso torcido al caminar.
 
La niña que amaba piedras había perdido su líbido e un cajón, en la mesilla de su primer y único amante. Él no había entendido su altruismo emocional, sus ganas de dar todo sin nada a cambio, y sin quererlo, sin quererlo en absoluto, de hecho, sin saberlo siquiera, volcó un cubo de agua helada sobre la chispa de amor relacional de aquella niña hermosa.
 
Ella quizás hubiera estado dispuesta a ser infeliz, a amar en silencio durante meses, a cambio de una atención pequeñita, pero es que se hizo un nudo en su realismo y se le ahogó la capacidad de poner los pies en la teirra.
 
Por eso los fines de semana y los miércoles de luna creciente iba al río a buscar una piedra a la que amar. Le sonreía enorme, gigantesco, y se sentía correspondida por la quietud tranquila de la piedra. Se acercaba a ella, y la piedra no se alejaba, sino que con ese cariño que irracionalemnte la niña despertaba en todo ser, la piedra semantenía junto a aquel bichillo ardiente de vida, sueños y poesía.
 
A veces, la niña se disfrazaba de princesa en luna llena, y salía al mundo a conquistar piedras preciosas. Esos días, se permitía seducir calles mojadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario