viernes, 19 de noviembre de 2010

Encontró un agujerito.

Encontró un agujerito. Metió el dedo y hurgó, animada por el adorable aire que sentía en la yema. Cuando consiguió hacerlo lo suficientemente grande, acercó un ojo, y miró a través. Olía a canela. Y a jirones de sueños.
Escuchando una melodía que le hacía sentir lindezas se amodorró en su cama, y cerró los ojos, acomodándose.
Impaciente por encontrar la entrada a aquel mundo, revolvió toda la habitación, mirando por los agujeros de los enchufes y palpando los rodapiés, no fuera a ser que alguno estuviera suelto. Pero, cansada, se tumbaba en la cama e intentaba recordar cualquier cosa que le pudiera ayudar a encontrar el camino.
De vez en cuando corría a mirar por el agujerito.
Un día un gorrión llegó, y le dejó esencia de nube. Ella la guardó en un tarro, y desde entonces todos los días sueña con un país de maravillas, donde los caballos son los rayos de las tormentas y un coro de niñas canta a la luna con los lobos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario