sábado, 19 de febrero de 2011

Llevaba muy bien eso de los años.

Llevaba muy bien eso de los años. De pequeña quería ser mayor, pero no lo suficiente como para dejar de soñar. Su cara de niña la avalaba. De joven, quería crecer y ser independiente. Pero es que la independencia no se consigue sino se lleva dentro.
Así que encontró su equilibrio entre la independencia y los sueños. La independencia la hacía aparentar mayor de lo que era; daba a sus ojos esa seguridad en sí misma, esa certeza de que pase lo que pase, y salga mal lo que sea, siempre hay posibilidades. Los sueños la aniñaban, dulcificaban su voz y sus pensamientos. Le gustaban las magnolias.
Sino hubiera sido por la retórica de sus palabras, hubiese sido un bichito adorable. Quizás eso era lo que le hacía especial. Un fruto selecto de coleccionista. Por eso llegó a los 80 años con esa cara surcada en arrugas de sonrisa. Por eso era tan adorable que todos los que la conocían inevitablemente se veían conducidos a su remolino de alegría.

La llamaron Azucena, y fue una persona tan especial que hoy la luna ha querido presentármela.
Porque hoy Azucena ha muerto. Y se ha llevado consigo un trocito del cielo de las personas bonitas.

1 comentario:

  1. Acabo de descubrir tu blog y quiero decirte que me ha gustado mucho, mucho.
    Así que, con tu permiso, me uno a tus seguidores para poder pasarme por tu rinconcito cada vez que pueda.

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