domingo, 24 de abril de 2011

Borja se despertó en sudores.

Como el anuncio que se repite una y otra vez, de forma espontánea, se encontraba entre sueños con su sonrisa. ¿Quién podía dejar de pensar en unos ojos tan bonitos? ¿Quién olvidaría esa manera de hablar, acariciando las palabras? Tan cercana, y a la vez tan imposible. La veía como aquella vitrina que tenían los abuelos en el comedor, llena de cosas bonitas, que nunca se podía abrir.
Entonces le entró la necesidad de verla. Una necesidad tan imperiosa como absurda. Eran las dos de la mañana, por el amor de Dios, ¿dónde iba a ir a buscarla? Se levantó de la cama, y sin cambiarse el pijama, se puso unas zapatillas y salió a la calle. No sabía ni qué hacía fuera de cama, con aquel frío perro de enero. De repente, se encontró en el parque. Sin saber qué hacer, se subió a aquel columpio.

Una sombra chiquitaja cortó la esquina. Sin saber ni cómo, allí se vio, frente a él. Un chico tan grande columpiándose a tales horas de la noche.

Le dio un beso fugitivo. Lo había robado del reflejo de un escaparate. Y allí se lo plantó, a la luz de la luna. Se puso tan roja que le entró la risa tonta. Se dio la vuelta y se fue dando pasos menudos, más bien saltitos. Estaba tan contenta que en cuanto cortó la calle y se supo fuera de su vista, abrió los brazos y se puso a bailar como a ella le gustaba. Qué más daba que pareciera que estaba loca. Qué más daba que los gatos de calle la miraran raro. “Si las señoras murmuraban a su paso, los gatos también estaban en su derecho”, pensó Paula, “y yo en el mío, de bailar”. Llegó tan alegre a casa que limpió toda la cocina, barrió y fregó, y hasta puso las sillas encima de la mesa. Y se fue a dormir con una sonrisa tan tonta, que su pez la miró desde la pecera y se rió de ella, por pequeñaja, por bicho bonito.

Desde las alturas, unos calcetines gordos asomaban colgando de la luna, y una sonrisa blanca se reflejó en la noche.

1 comentario:

  1. La luna sabe jugar muy bien sus cartas, juntando a personas de corazones rojos.


    Una bolsita llena de sugus de frambuesa.

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